Por: Mónica Sánchez
Cuando comencé a conocer el mundo del K-pop gracias a BTS hace un par de años, me enfrenté a cosas completamente nuevas: los grupos tienen líneas, hay bias, lightsticks, photocards, etc. Era un universo distinto para mí. Entre todo eso apareció también el término ARMY, y yo me pregunté: ¿qué es eso? Entonces descubrí que cada grupo tiene un fandom con nombre propio, y que ARMY es el más grande del mundo. Me adentré poco a poco en él, y vaya que había mucho por conocer.
He tenido la oportunidad de conocer de cerca a varias ARMY que representan lo que entendí que debía ser un fandom: comunidad, solidaridad, respeto. Participan activamente consumiendo y generando contenido, organizan actividades inspiradas en los chicos, siempre buscando el bienestar del grupo y de sus miembros.
Sin embargo, mientras más conocía a ARMY, también empecé a descubrir otras caras del fandom. En redes sociales encontré un mundo enorme de contenido en el que aparecían también ships, intolerancia, desinformación e incluso agresividad. Lamentablemente, esto suele ser lo más visible. Tal vez es inevitable: entre más grande es un fandom, más se exacerban tanto lo bueno como lo malo. Pero entristece que lo luminoso no sea lo que más destaque en ese mar de información.

ARMY surgió al mes de la formación de BTS, aunque creció exponencialmente a partir de momentos clave: la era de Dynamite, su primera canción completamente en inglés; la pandemia con Permission to Dance; la presentación de Jungkook en el Mundial de Qatar 2022. Todo esto hizo que ARMY se volviera gigante, aunque pareciera que una gran parte no llega a comprender del todo la esencia de lo que significa ser ARMY.
Esto no se nota solo en redes, sino también en los lives de los chicos. Hemos visto cómo Taehyung ha tenido que poner límites más claros con comentarios que suenan duros, o cuando mencionó que regrese el listón morado en los aeropuertos. Jin explicó por qué dejó de dar la mano en los conciertos; Suga ha sido enfático en no hablar inglés en sus transmisiones cuando se lo piden insistentemente. Incluso hay momentos grabados en los que se percibe miedo en sus rostros cuando los fans están a punto de romper un límite para acercarse.
Gran parte del fandom no parece darse cuenta de que esas actitudes incomodan a los artistas. Peor aún: algunas personas se sienten orgullosas de hacerlo.
En un artículo publicado en agosto en Vox titulado ¿Estamos en una crisis de grosería? Por qué parece que la gente es más descortés que nunca, Allie Volpe menciona cómo el Covid, junto con otros factores estresantes, incrementó la frustración y la negatividad en la sociedad. Hoy muchas personas están más enojadas, nerviosas o irritables.
También se señala que lo “grosero” es aquello que ofende, falta al respeto o incomoda a otros, y que actualmente prestamos menos atención al impacto de nuestras acciones en los demás. Además, cada cultura tiene sus propias sutilezas sociales: lo que puede ser aceptable en Latinoamérica, quizá no lo sea en Oriente.
Y ahí está la clave: la esencia de ARMY no debería perderse en la multitud. Ser parte del fandom más grande del mundo implica también una gran responsabilidad. No se trata solo de apoyar con reproducciones, compras o tendencias, sino de cuidar el vínculo que hace único a este fandom: la confianza de BTS en sus fans.
Quizá la verdadera reflexión que debemos hacernos es cómo cada uno, desde su lugar, puede elegir sumar respeto, empatía y consideración. Porque si algo ha demostrado ARMY es su capacidad de unirse para cambiar realidades; entonces, ¿por qué no empezar por cambiar la del propio ARMY y devolver a BTS la seguridad del listón morado?
La Revista de Taehyung no posee ninguna de las fotos/videos compartidos en nuestro blog. No se pretende infringir los derechos de autor.

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