Por: Lavanda
Hacer este viaje por el disco mono. de RM ha sido como navegar por un océano interno. Un recorrido donde cada canción fue una isla, un refugio, un espejo. A través de él he identificado el cúmulo de emociones que se pueden sentir cuando escuchas a un artista que te describe emocionalmente con tanta exactitud, como si hubiera leído tu diario sin abrirlo. He pensado mucho en cómo la música, en general, puede permitirnos gestionar lo que sentimos, ser un reflejo fiel de cada vivencia, incluso de aquellas que no sabíamos que llevábamos dentro.
Antes no analizaba la música con tanta atención, no me sentaba a desmenuzar letras, ritmos o silencios. Pero todo cambió después de recibir un diagnóstico —varios, en realidad— de deficiencias mentales que me obligaron a mirarme con lupa, a preguntarme qué significan esos términos médicos, cómo definen una ausencia o una hiperpresencia de síntomas físicos, emocionales, mentales… y cómo, en última instancia, determinan quién soy.
Fue ahí cuando empecé a escribir no solo desde el impulso, sino desde la necesidad. No creía que debiera hacerlo de manera categórica, pero siempre lo había hecho: escribir sobre lo que siento. De forma empírica, genuina, urgente.
Llegué a esta escritura a través de la Revista Taehyung, con la intención de poner en palabras todo lo que estaba pasando. Ya van más de año y medio de textos, de hilos sueltos, que poco a poco fueron tejiéndose en una red de sentido. En medio de esos escritos, fui encontrando temas que me conectaban espiritualmente con la música de BTS, hasta que llegué a mono., y entonces me propuse una tarea: desglosarlo canción por canción, no como un análisis frío, sino como un acto de reconocimiento.
A RM le debo gran parte de mi retrospectiva en los últimos años. Su música genera en mí una amalgama de emociones, sensaciones, frustraciones, consuelos, que quizás podrían leerse desde lo esotérico como una conexión más allá de lo físico, más allá de lo tangible. Porque la música, para mí, ya no es solo sonido. Se ha convertido en un mantra real, en un lugar de lucha, en el único espacio del mundo donde puedo habitar plenamente, sin máscaras.
Y ahora, tras haber navegado este disco entero, tras haberlo habitado, tras haberlo compartido, llega el momento de despedirlo. Lo hago con intención ceremonial, porque así es como vivo la música de RM, así es como vivo la de BTS: como rituales, como ciclos, como momentos que marcan el paso del tiempo interior. Y elijo cerrar este recorrido con Forever Rain, la última canción de mono., como quien cierra un libro con cuidado, con gratitud, con una lágrima contenida.
Porque la soledad ha sido una compañera constante en mi vida. Una presencia que he llorado, que he sufrido, que he temido. Pero también una maestra. Hoy la añoro. Le doy todo el valor, porque es el único lugar donde puedo ser yo en todas mis formas, sin rendir cuentas. Aunque aún me pregunto: ¿ese yo que construyo en soledad es el mismo que muestro al mundo?
Hablo de la soledad porque el inicio de Forever Rain alude al sonido de la lluvia como la única compañía del personaje. Es una analogía poderosa: la lluvia simula que alguien llora por él. Como si el cielo supiera que necesita compañía, y decide acompañarlo con un llanto colectivo, invisible, infinito. Y en eso me reconozco.
Me recuerda también a La Nobleza de las Flores, ese anime donde Rintaro se siente aislado socialmente por su apariencia. Hay algo en esa imagen del joven bajo la lluvia, solo, observado solo por el agua, que resuena con esta canción. RM alude a la lluvia como un lugar de aislamiento, donde la gente no lo mira, donde puede existir sin ser juzgado. Y es interesante cómo muchas veces, aunque deseemos estar con nosotros mismos, también anhelamos una conexión con el mundo exterior. La lluvia, entonces, se convierte en un puente: nos aísla físicamente, pero nos une emocionalmente.
Lo que más me aturde del lenguaje de RM es su riqueza metafórica. Me lleva a construir pensamientos desde lugares profundos, desde metáforas que nacen de la realidad misma: respirar, tomarse un tiempo, entender que la vida es demasiado rápida para comprenderla al vuelo. Ese afán que llevamos por vivirlo todo, por no perdernos nada, termina dejando vacíos, momentos que pudieron haber sido otros si los hubiéramos vivido a otro ritmo. Y de eso, sí que sabe la lluvia: de tener tiempo. De tomar un respiro. De dejar que suceda porque es como es. De aletargar el ritmo social, de ofrecer una pausa. ¡Qué interesante es esto que RM nos regala: la posibilidad de detenernos sin culpa!
La nostalgia que se respira en esta canción —en la música, en la letra— crea un puente directo con quien escucha. Puede ser cualquiera: una persona parada en la oscuridad, con la cabeza agachada, pensando en sí misma. Y luego, en un giro casi mágico, surge ese deseo: que alguien toque tu ventana. Que alguien pregunte: ¿cómo estás? Y ese alguien es la lluvia. Una amiga invisible que viene a escudriñar quién eres, qué necesitas. No responde en un lenguaje que podamos entender, pero está ahí. Nos acompaña. Forever Rain.
Y en ese acompañamiento, descubro algo esencial: a veces no necesitamos que nos cuestionen, que nos den respuestas, que nos arreglen. Solo necesitamos que estén. Que suenen. Que existan junto a nosotros. La lluvia hace eso: acompaña sin hablar nuestro mismo idioma, y aun así nos hace sentir un poco menos solos.
En este contexto —el de la canción, el de mi vida— la lluvia es una pieza indispensable para el consuelo. Es un refugio de lo que nos rodea, aunque sigamos rodeados por ello. Es un velo que se esparce equitativamente sobre todos, que nos cobija no de la misma manera, pero sí al mismo tiempo. Como una bendición silenciosa.
Este es el último blog sobre mono. Quizá continúe escribiendo sobre otro disco, quizá me deje llevar por la intuición, por lo que vaya llegando a mi vida. Pero hoy, aquí, cierro este ciclo con una pregunta abierta: ¿Qué quieres tú? ¿Quieres que siga?
Más allá de eso, espero que este recorrido por mono. te haya permitido encontrar algo de ti. Algo que se conecta, a través de la música, con un cantante surcoreano al otro lado del mundo. Porque eso es lo que RM me ha dado: la certeza de que, aunque esté lejos, aunque nunca nos hayamos visto, su voz me ha abrazado durante los últimos años. Me ha cobijado como la lluvia lo cobija a él. Y eso me ha permitido resistir un día más en un mundo que muchas veces pesa demasiado.
RM, si algún día lees esto —aunque sé que es poco probable—, quiero que sepas que tu música me ha mantenido viva. Fuerte. Aquí. No solo para sobrevivir, sino para descubrir quién soy.
Con cariño, Lavanda
La Revista de Taehyung no posee ninguna de las fotos/videos compartidos en nuestro blog. No se pretende infringir los derechos de autor.
Conoce a Lavanda
Si te gusta nuestro contenido, por favor apóyanos con un Ko-Fi para poder seguir haciéndolo.
Añadir comentario
Comentarios