Entre los faroles de cempasúchil y las velas blancas: la muerte como parte de la vida en Corea y México

Publicado el 29 de octubre de 2025, 20:12
Una vela blanca encendida junto a una calavera

Por: Dubia López

 

 

La muerte -ese umbral universal e inevitable- se vive, celebra, llora y recuerda de maneras muy distintas según el lugar del mundo del que estemos hablando; pero también, sorprendentemente, hay conexiones profundas entre culturas alejadas. En este caso, entre la cultura coreana y la mexicana.

En este artículo, deseo explorar un poco cuáles son las creencias que circulan, qué tradiciones señalan a la muerte como parte de la vida, y cuáles son esas semejanzas y diferencias que nos muestran tanto la belleza como la complejidad que implica el final de este pícaro viaje que llamamos vida.

La concepción de la muerte en Corea


En Corea del Sur, la muerte se ve tradicionalmente como una transformación donde el vínculo con los antepasados juega un papel central. En los ritos funerarios tradicionales -conocidos como Sangrye (상례) o Jangnye (장례)- se respetan códigos de luto, se vela al difunto y luego se procede al entierro o cremación.


Por ejemplo, una tradición durante la dinastía Joseon (조선, 1392-1897, aproximadamente), era que el traje de luto tenía que ser de color blanco, mismo que era elaborado con un material grueso de cáñamo. Este estilo de luto continuó hasta el período de la ocupación japonesa (1910-1945); incluso, se estiló todavía durante la guerra de Corea (1950-1953). Es importante subrayar que era el hijo mayor de la familia quien se hacía responsable del funeral, por supuesto, si es que era el caso de que el primer hijo hubiera nacido varón; costumbre que aún se conserva como parte del protocolo de las ceremonias fúnebres.

Pero además, otro ritual relevante es Cheondojae (천도재, 薦度齋), una ceremonia budista que se celebra por el fallecido con la idea de que el alma transite a un mejor lugar o renazca.

Ritual budista para un fallecido. Cultura coreana

Por otra parte, durante Chuseok (추석), que es la gran festividad de la cosecha, también hay actos de recuerdo a los antepasados: se limpian las Beolcho (벌초, tumbas), se les agradece -a los difuntos- por la protección y se les hacen ofrendas. 

Una familia limpia la tumba de un familiar fallecido. Cultura coreana
Mesa preparada en conmemoración de los antepasados. Cultura coreana

Un dato revelador para occidente es que en un artículo publicado en Korea JoongAng Daily en el 2007 sobre los funerales, se menciona que «Excepto por el ataúd y la ropa de cáñamo, [el funeral] parece una boda» porque había cantos, danzas y comidas compartidas... Es una aceptación de la muerte como parte de la vida.

tradiciones funerarias en Corea del Sur

Entre las creencias clave de Corea es, sin duda, el vínculo con los antepasados: la muerte no es un corte absoluto, sino un cambio de estado. El cuerpo, el luto y las formalidades: la vestimenta, los gestos, las ofrendas cumplen la función de acompañar la transición. El sentido de comunidad y el ritual; esto es, que la familia, el vecindario, el “hacer juntos” funcionan como memoria viva del que ya no está. La modernización ha cambiado mucho los tiempos, o sea, los métodos, por ejemplo: la cremación es cada vez más común, pero muchas raíces aún viven.


La concepción de la muerte en México

En México, la muerte también se asume como parte del ciclo de la vida, pero se expresa de una manera cargada de simbolismos, es colorido y también hay un vínculo comunitario-familiar.

El Día de Muertos, celebrado los días 1 y 2 de noviembre, es quizá la manifestación más conocida: se construyen ofrendas o altares (ofrendas) donde se colocan flores de cempasúchil, velas, fotografías del difunto, su comida favorita, pan de muerto, calaveras de azúcar. En estos días las familias visitan los panteones, decoran tumbas, comparten alimentos, música, historias de los que ya partieron. Esta tradición es una fusión de creencias indígenas (como el profundo respeto al ciclo vida-muerte de civilizaciones como los aztecas) con elementos traídos por la colonización española y el catolicismo.

Altar de Muertos. Cultura mexicana
Dos mujeres indígenas en un panteón en la noche de muertos

Entre las creencias clave en México, encontramos que la muerte no es el final absoluto, sino una visita o un retorno: los vivos preparan el camino para que los muertos “vengan a vernos”. Es un recuerdo "alegre" en el que se celebra el vínculo: se ríe, se comparte, se mantiene memoria activa del difunto. La naturaleza simbólica de ofrendas, comida, flores y colores que conectan lo terrenal con lo espiritual. La familia, la comunidad, se reúnen para “acompañar” al que partió.

Mujeres indígenas en la Noche de Muertos en Michoacán, México
Una persona vestida de la muerte, estilo catrina
Mujer indígena mexicana, maquillada como una calavera
Mujer indígena en la Noche de Muertos  en Michoacán, México

¿Hay coincidencias entre ambas culturas? Sí, hay algunos hilos comunes entre la forma mexicana y coreana de ver la muerte.

1. La comunidad y la familia son eje central, en ambos casos la experiencia de la pérdida no es privada en sentido estricto; se vive con la familia extendida, vecinos y amigos.

2. La memoria activa de los muertos: no se trata de olvidar, sino de recordar, de mantener un vínculo con quienes ya no están.

3. En ambas culturas, la muerte es continuidad o tránsito, no es el fin. Esta creencia se refleja en las ceremonias de los 49 días o los rituales budistas de tránsito en Corea y, en México, a través de la idea de que el fallecido “vuelve” para visitarnos.

Me atreveré a hacer un comentario... A partir de la afirmación del químico francés Antoine Lavoisier en el siglo XVIII, que dice "En la naturaleza nada se crea, nada se destruye, todo se transforma"; entonces, la muerte de un ser querido no significa que desaparece por completo.

En Corea, durante ceremonias como el Jesa (제사) o el Cheondojae (천도재, 薦度齋), se honra a los antepasados con ofrendas y rituales que reflejan la continuidad de la vida a través de la memoria y la energía que transmiten a las nuevas generaciones. Mientras que en México, el Día de Muertos nos recuerda a quienes han partido, reafirmando que sus historias, sus risas y su esencia se transforman en recuerdos compartidos, en la energía que sigue viviendo en familiares y amigos. Así, la muerte puede verse no como un fin absoluto, sino como un cambio de estado, un paso más en el ciclo natural de la existencia, donde la materia y la energía de la vida continúan su viaje, nutriendo nuevas formas de existencia.

4. Los ritos sobre la muerte, en Corea y México, incluyen comida, símbolos y objetos que conectan el mundo de los vivos con el de los muertos.
 

¿Y las diferencias? Por supuesto, también hay aspectos que divergen claramente, por ejemplo:

1. El Tono emocional y la estética; en Corea tradicionalmente, la muerte se vive con mucha solemnidad, respeto riguroso, y un luto que enfatiza la pérdida, el deber filial, el orden ritual; aunque había también elementos festivos, como se señala el artículo “funeral-fiesta” de antaño. En México, la muerte es recordada de forma más abierta al festejo, al color, al encuentro entre vivos y muertos, con una actitud que mezcla tristeza, alegría, humor y celebración.

2. La Simbología y los elementos rituales; en Corea predominan los rituales formales, trajes de luto, ceremonias de separación, velación, entierro o cremación con normas. En México: altares con objetos de los fallecidos, pan de muerto, calaveras, flores de cempasúchil y mucho  colorido visual.

3. La visión del más allá o del alma; en Corea el enfoque está muy influido por el confucianismo, el budismo y la ancestralidad, enfatizando que los vivos tienen deber con los muertos, el respeto filial, la memoria. En México hay una gran influencia indígena que valora profundamente la muerte como parte del ciclo natural, además de existir la fusión con lo religioso-católico que nos trajo la colonización española.

4. La frecuencia y el modo de honrar y recordar a los muertos; en México el Día de Muertos es un día que involucra a gran parte de la sociedad. En Corea, si bien hay festivales y recordatorios como Chuseok (추석), el ritual de muerte está más circunscrito a la familia, al funeral, al memorial, como pasa con el Jesa (제사) y el Cheondojae (천도재, 薦度齋).

En un cementerio coreano, hay dos personas podando el pasto que crece sobre las tumbas
Una mesa con dos calaveras de talavera, una canasta de fruta y sombreros regionales

Tradiciones que señalan a la muerte como parte de la vida


En Corea, encontramos que el funeral tradicional o Sangrye (상례, 喪禮) es el conjunto de ceremonias, normas y costumbres que se llevan a cabo desde el momento en que alguien muere hasta el entierro y el período de luto posterior. El Sangrye muestra que la muerte es un paso, algo que requiere acompañamiento ritual. Las ceremonias de memoria -como el Jesa (제사)- por los antepasados, consta de visitar tumbas, ofrecer comida y cuidar la memoria viva. En tanto, el Chuseok (추석), que aunque es una festividad de cosecha, implica también visitar tumbas, agradecer a los antepasados, conectar la vida presente con los que descansan.

En México, el Día de Muertos, que implica la construcción de ofrendas, la visita al panteón, la reunión familiar alrededor de quienes se han ido, estas costumbres también nos muestran cómo la muerte es parte de la vida. Las ofrendas son el puente entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos: objetos, comida, flores, fotografías. Las calaveras, las fiestas, los desfiles y los elementos festivo-ceremoniales, nos indican de manera contundente que la muerte no está fuera de la vida, sino dentro de ella.

 

Para ti que formas parte del universo de la ola hallyu -y que conectas con la cultura coreana y latinoamericana-, quizá lo más fascinante no sea únicamente las diferencias culturales, sino que es ese efecto espejo en el que ambas culturas nos invitan a no temer la muerte, a no invisibilizarla, sino a verla como parte de un tejido que incluye vida, memoria, vínculo y comunidad.

La diferencia en tono —más sobrio-ritual en Corea, más festivo-familiar en México— nos enseña que no existe una única manera de vivir la pérdida, pero sí valores compartidos: el respeto a lo que fuimos, la solidaridad de quienes quedamos, la memoria que nutre el presente.

Te invito a mirar tu propia cultura, tus propios ritos de despedida, con ojos diferentes.

¿Cómo concibes tú la muerte?
¿Qué rituales tienes para recordar, para honrar, a tus seres amados que ya fallecieron?
¿Crees que la muerte es parte de la vida?

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Una vela blanca encendida junto a una calavera

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Comentarios

Lavanda
hace 17 horas

La muerte como parte de un ciclo, que hermoso e importante verlo desde este lugar. Que hermoso escrito, querida, Dubia. Toda mi admiración

Arual
hace una hora

La muerte como parte de un cambio de estado fisico, nos muestra que no importa en qué país te encuentres, siempre se le mostrará respeto y solemnidad, y en México, es una de las fiestas más alegres, a mi parecer, al recordar tanto a las personas como a las mascotas que ya no se encuentran con nosotros. Que bello!