
Por: Lavanda
Continúo este recorrido por el disco mono. de RM, puerta a puerta, canción a canción, como quien camina por un bosque interior que no conoce del todo, pero que reconoce en cada paso. Hoy entramos en moonchild, una de las piezas más íntimas, más oníricas, más verdaderas del álbum. Una canción que no solo habla del ser humano, sino que lo desnuda: nos muestra cómo cargamos con presencias naturales, casi cósmicas, que laten dentro de nosotros mientras nos construimos.

RM tiene una habilidad única: la de abrir universos dentro de sí mismo y, con solo una nota o una palabra, invitarnos a habitarlos. En moonchild, nos revela a los hijos de la luna: esos seres nocturnos, melancólicos, soñadores, que caminan entre sombras, pero que también brillan con una luz propia. Y yo, como tantas veces antes, me reconozco en ellos. Me siento atraída, como si la canción me llamara por mi nombre.
Como ya he escrito en otros textos de este blog, mi relación con Namjoon es profundamente íntima. No solo como artista, sino como voz. Después de mi proceso de salud mental -donde la terapia fue mi refugio-, su música se convirtió en el eco que me acompañó en los silencios. Él es, en muchos sentidos, un psicólogo de cabecera hecho canción. Sus letras escuchan mi voz, responden a lo que no digo, me abrazan cuando no puedo abrazarme a mí misma.

Con Seoul sentí que hablaba de mi Bogotá. Con moonchild, siento que habla directamente de mí.
Esta canción nos habla de los seres lunares que somos: los tristes, los que duelen, los que sueñan despiertos. Y lo hace con una belleza que desarma: porque no opone tristeza y felicidad, sino que las entrelaza. Nos muestra que la búsqueda de la felicidad no está en negar el dolor, sino en atravesarlo. Que, en el fondo, la tristeza también es un camino. Un paradigma, sí, pero uno necesario. Y RM lo canta con esa maestría que lo caracteriza: sin dramatismo, sin fingir, con una honestidad que duele y sana al mismo tiempo.
Moonchild explora lo que somos en la noche. En las sombras. En esos momentos en los que el mundo se calla y solo queda el paisaje interior. Habla de bailar en el dolor, de darle espacio al sufrimiento para poder seguir adelante, para poder seguir en pie. Y eso, quizás, sea una de las relaciones más íntimas que podemos tener con la música: cuando nos permite habitar el dolor sin juzgarlo, cuando nos dice: “está bien estar roto, mientras sigas respirando”.
Admiro cómo él nos transporta a la infancia, a esos anhelos puros de pertenecer al todo, de ser parte de algo más grande. Pero no lo hace desde la fantasía. Lo hace desde la realidad: desde la experiencia de quienes se sienten extraños, desalineados, hijos de la luna, en un mundo que adora el sol. Nos recuerda que, aunque no creamos en lo místico, todos cumplimos ciclos. Todos tenemos fases. Todos menguamos y renacemos. Y que no estar conectado directamente con la tierra no significa estar perdido: a veces, nuestra raíz está en la luna, en lo exterior, en lo invisible que también forma parte del universo.
Esta canción celebra el dolor como posibilidad. Como crecimiento. Como expansión. Como puerta hacia la comunicación, hacia la conexión con otros. Nos dice que no hace falta escondernos en una cueva rígida exigiéndonos felicidad constante. Que la tristeza no es un fracaso, sino un fin último, una posibilidad de existencia. Y que habitarla, vivirla, aprender de ella… eso también es vivir. Eso también es amor.
Y al final, Namjoon nos regala algo aún más hermoso: un paisaje nocturno que podemos compartir. Nos convierte en paisaje, en poema, en extensión del otro. Nos enseña que podemos entregarnos a los demás en nuestra mayor sinceridad, con nuestras sombras, con nuestra luz tenue. Que ser hijo de la luna no es estar incompleto, sino ser infinito.
Hermosa metáfora de una existencia infinita, como RM.

La Revista de Taehyung no posee ninguna de las fotos/videos compartidos en nuestro blog. No se pretende infringir los derechos de autor.

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Comentarios
Una de esas canciones más profundas y emotivas, que aunque desgarradora, son de esas que, en lo personal, de las que mas me gusta escuchar dándome mucha paz! Gracias Lavanda!