Por: Luz Navarro
En un mundo dónde muchas veces la fama parece sinónimo de distancia, MIN YOONGI/SUGA/ AGUST D, nos recuerda que "la verdadera grandeza nace del compromiso con los otros".
Su reciente donación para crear el Min Yoongi Treatment Center. Un espacio para niños y adolescentes con trastorno del espectro autista (TEA), trasciende la noticia: es una declaración de principios sobre cómo el arte puede sanar, conectar y transformar realidades.
Desde mi mirada observo en este gesto algo más profundo que la filantropía. Suga convierte su sensibilidad en acción, su experiencia emocional en servicio. No se trata solo de un edificio o un tratamiento; se trata de devolverle a la comunidad lo que la música alguna vez le dio: contención, sentido y propósito.
El centro, en colaboración con el Hospital Severance, propone el programa MIND (Music, Interaction, Network & Diversity), una metodología dónde la música es una herramienta terapéutica que estimula la comunicación, la expresión emocional y el desarrollo integral.
La música, como terapia, trabaja desde el hacer, desde el cuerpo y la emoción.
A través de ella, el niño puede explorar su mundo interior, descubrir sus ritmos y encontrar un canal para expresarse sin palabras.
Y aquí surge una enseñanza poderosa: EL ARTE NO SOLO SE CONTEMPLA, SE VIVE.
Cada nota, cada trazo, cada movimiento puede ser un puente hacia el bienestar.
A veces creemos que para aportar a la comunidad necesitamos grandes recursos, pero la verdadera transformación comienza en lo cotidiano, en pequeños gestos con intención.
Suga no solo donó dinero; donó presencia, participó de sesiones piloto, tocó música con los chicos, se implicó emocionalmente. Ese tipo de coherencia es el punto de encuentro entre lo que somos y lo que hacemos.
Como Coach, suelo decir que el propósito se construye cuándo la acción se alinea con la emoción, y ese equilibrio no nace del esfuerzo, sino de la conexión con lo que nos inspira.
Te propongo un par de ejercicios:
- Focalizar con un propósito personal.
Preguntate:
¿Qué tema o causa despierta en mí una emoción profunda, una que me conmueve o me impulsa a actuar?
¿Qué puedo ofrecer hoy, desde mi realidad actual, para acompañar esa causa?
Escribí una frase que te sirva de brújula personal, por ejemplo:
“Elijo poner mi sensibilidad al servicio y bienestar de otros.”
Leé esa frase cada mañana y recordá que no hace falta ser artista para sanar con el arte: alcanza con estar presente, gustar y dar a conocer sobre él.
2. Acción Comunitaria.
Pensá en una pequeña acción concreta que una tus talentos con tu entorno.
Puede ser: ofrecer una tarde de música en un centro comunitario, compartir una práctica de relajación en tu espacio laboral o
simplemente acompañar con presencia y escucha.
Cómo ARMY, AMYGDALA es una canción que sana emocionalmente, te invito a escucharla y compartirla.
Cuando tu hacer tiene intención, se convierte en terapia. Tené en cuenta que: podés acercarte a los demás y ser apoyo emocional, pero siempre debes tener las herramientas adecuadas… sino simplemente escuchar y poder desde el amor, alentar a los demás a llegar a una consulta con un profesional de la Salud y Bienestar emocional y mental.
Finalmente, el compromiso de SUGA, no es solo inspiración: es una hoja de ruta. Nos enseña que la salud emocional también se cultiva con empatía, con arte y con la decisión consciente de involucrarnos.
Cada uno de nosotros, desde el lugar que ocupa, puede transformar su sensibilidad en aporte. Porque sanar, en definitiva, es también aprender a servir con el corazón.
💜 ¡¡¡BORAHAE, hasta pronto!!!
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